Preguntamos a la OECC su opinión al respecto de la resiliencia de las zonas de montaña

Realizamos una entrevista a profesionales de la Oficina Española de cambio Climático del MITECO sobre el impacto del cambio climático en el modelo turístico de la nieve. A continuación transcribimos las respuestas a las preguntas realizadas.

¿Las montañas están sufriendo las consecuencias del cambio climático? ¿Pueden destacar algunas?

Contamos con un amplio conjunto de estudios que confirman que las montañas ibéricas sufren los efectos del cambio climático. Precisamente, debido a su menor grado de artificialidad y la diversidad de sus sistemas naturales, estrechamente dependientes de las condiciones climáticas, los impactos del cambio climático resultan especialmente evidentes en nuestras zonas de montaña.

El retroceso de los glaciares y de la nieve, los cambios en las áreas de distribución de la fauna y la flora en respuesta al calentamiento global, los desajustes entre los ritmos biológicos de especies tradicionalmente interdependientes o los cambios en las modalidades de uso del territorio, son algunos ejemplos de estos impactos.

Y teniendo en cuenta los escenarios RCP de IPCC ¿Cómo se valoran las consecuencias futuras para las zonas de montaña?

Las proyecciones de cambio climático han sido utilizadas para modelizar futuros impactos del cambio climático en montañas españolas y europeas. Uno de los trabajos más impactantes es el realizado por el Centro Común de Investigación, dependiente de la Comisión Europea, que pronostica la desaparición prácticamente completa de los hábitats supraforestales en los Pirineos con un escenario de calentamiento de 3ºC.

El sector turístico es muy relevante en estas zonas de montaña, sobre todo en algunos macizos en invierno. ¿Se ven cambios en los modelos de innivación?

El registro histórico de datos observados ya constata la desaparición progresiva del manto nival en nuestras cordilleras por efecto del aumento de temperaturas como consecuencia del cambio climático. Por su parte los modelos climáticos y proyecciones regionalizadas apuntan también en la misma dirección, hacia la reducción progresiva de los recursos nivales, pudiendo superar el 90% de reducción del volumen máximo de nieve acumulada para final de siglo en todos los escenarios de emisiones (CEDEX, 2017).

¿El Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC) tiene en cuenta los impactos del cambio climático en las montañas? ¿De qué manera? ¿Y en relación al sector de la nieve?

El PNACC 2021-2030 considera que los riesgos del cambio climático no se distribuyen de forma homogénea en el territorio y que las respuestas adaptativas deben ser específicas. Por ello, desde la Línea de acción T.1. de vulnerabilidad territorial se impulsan evaluaciones de riesgos y análisis espaciales de impactos, vulnerabilidad y adaptación que permitan dar respuestas específicas a aquellas regiones y territorios especialmente vulnerables.

Además, desde el ámbito de Turismo, el PNACC incluye diferentes líneas de acción enfocadas a un turismo más sostenible y resiliente frente a los impactos del cambio climático, con especiales referencias al turismo de nieve.

Desde las estaciones de esquí se asegura que la innovación sobre la fabricación de nieve artificial es la solución. ¿Esto es optimismo tecnológico? ¿Hay otras medidas concretas de adaptación para el sector?

Según los resultados del proyecto Nivopyr, del Observatorio Pirenaico del Cambio Climático (OPCC), una parte importante de las estaciones de la cordillera será inviable sin nieve artificial en un escenario de 2ºC de calentamiento. Incluso contando con el soporte artificial de los cañones, se prevé que casi un tercio de las estaciones tengan que cerrar.

Algunas medidas de adaptación pueden orientarse a la gestión inteligente de la nieve, a través del uso de tecnologías para identificar dónde son menores los espesores de nieve e incrementar la eficiencia en el uso de cañones artificiales y máquinas pisanieves, con el objeto de reducir el consumo de recursos y emisiones.

Sin embargo, también hay que considerar medidas como la diversificación del ocio en función de la altitud, la orientación y la exposición o la desestacionalización de la oferta turística, en el contexto de una reducción progresiva de las actividades relacionadas con la nieve, que pueden permitir reorientar la actividad turísticas hacia nuevas oportunidades emergentes y sostenibles.

¿Y la maladaptación? ¿Cómo debemos abordar esta cuestión?

Algunas acciones desarrolladas con el objetivo de evitar o reducir los riesgos derivados del cambio climático en vez de resolver problemas, los trasladan a otros lugares o comunidades, sobre las que provocan efectos adversos, o bien plantean soluciones que sólo resultan útiles a muy corto plazo, de forma que la adaptación entra en callejones sin salida. Las opciones o soluciones que provocan estos efectos indeseados han sido denominadas de forma genérica "maladaptación".

Prevenir la maladaptación pasa por hacerse unas preguntas básicas, entre ellas:

  • ¿La respuesta de adaptación planteada produce efectos ambientales negativos in situ?
  • ¿Se producen efectos ambientales negativos en otros lugares? (áreas vecinas o áreas interconectadas ecológica o socioeconómicamente)
  • ¿Se deteriora el papel protector de los ecosistemas frente a los peligros presentes y futuros?
  • ¿La iniciativa toma en consideración los escenarios futuros más plausibles?
  • ¿La iniciativa limita de forma sustancial futuras opciones de adaptación, pudiendo conducir a “callejones sin salida”?
  • ¿La iniciativa requiere fuertes inversiones económicas o energéticas que podrían quedar obsoletas con rapidez debido al cambio climático?

En relación a las estaciones de esquí, la adaptación debería contemplar, ¿Consolidación de los dominios esquiables, sobre todo en altura? ¿Ampliación de dominios? ¿Transformación de dominios, abandonando incluso las partes más bajas de las estaciones?

La ampliación en altura de los dominios esquiables genera nuevos impactos precisamente en las zonas ecológicamente más vulnerables.  Consideramos que las estaciones más resilientes podrán subsistir a medio plazo con innivación artificial, debiendo recurrir a otras medidas de diversificación del ocio y desestacionalización de forma paralela a la reducción de la actividad basada en la nieve. En los casos en los que la viabilidad de los deportes de nieve sea ya baja debe contemplarse, entre otras medidas, el desmantelamiento parcial o total de las instalaciones asociadas.

En Francia, país de la UE con mayor número de pernoctaciones en estaciones de esquí, se están realizando recomendaciones (por ejemplo, la Cámara de Cuentas) planteando que no se puedan facilitar ayudas públicas a instalaciones que no hayan realizado un plan de adaptación, ¿Sería factible esta medida en España? ¿Se pueden proponer otras medidas en este sentido?

Las medidas económicas y financieras constituyen uno de los ejes principales para el fomento de las políticas públicas. La incorporación de medidas fiscales, incentivos financieros, subvenciones o el establecimiento de criterios para la contratación pública sin duda pueden apoyar las políticas de adaptación al cambio climático en nuestro país.

Por último, y en relación a la mitigación del sector de la nieve, ¿Se tienen identificados esfuerzos relevantes para reducir su impacto al clima? Quizás el mayor impacto de una estación de esquí se encuentra en el alcance 3, en el traslado de los esquiadores al destino, ¿Cómo se podría abordar esta cuestión?

El sector turístico, igual que el resto de los sectores económicos, debe descarbonizarse gradualmente para que sea posible transitar hacia el objetivo de neutralidad climática. Y para ello se han puesto sobre la mesa un amplio conjunto de propuestas que deben ser valoradas en todos los ámbitos turísticos, incluido el de la nieve: impulso a las redes de transporte público y desarrollo de planes de movilidad específicos para destinos turísticos, sin olvidar otros como el cálculo de la huella de carbono y la descarbonización de los establecimientos turísticos.

Una última reflexión.

España cuenta ya con más de una docena de estaciones de esquí abandonadas y el factor climático (falta de suficiente nieve) ha sido determinante de este abandono en la mayoría de los casos.

En algunos casos ese abandono se ha hecho de forma ordenada e inteligente, retirando las infraestructuras obsoletas y restaurando las antiguas pistas y creando nuevas oportunidades para el recreo y la actividad al aire libre. En otros casos, sin embargo, ese abandono ha sido desordenado y traumático, llegando a provocar, en ocasiones, un deterioro ambiental y paisajístico relevante.

Creemos que esta diversidad de casos debe mover a la reflexión a todos amantes de la nieve, de las montañas y de las comunidades que viven en ellas.     

Comparte este artículo en redes:
Facebook icon
LinkedIn icon